Pensé que tal vez, esa chica tenía algún problema, o simplemente que era una persona rara, de todas formas ninguna de las cosas que pensé dejaban en muy buen lugar a esa chica.
Unos días después la conocí en persona, era muy simpática, muy risueña, y muy lista, todo lo contrario a lo que había pensado sobre ella. Pero lo más destacable de ella era su alegría y su vitalidad, tenía muchísima ilusión, esperanzas... y un montón de proyectos muy interesantes y con pinta de ser muy divertidos.
Al día siguiente la volví a ver caminando por el parque, tarareando una canción, con una sonrisa en la cara, y, al igual que el día anterior, subiendo y bajando de los bordillos... En ese momento no pensé lo mismo del otro día, al contrario, me agradó ver a alguien que no había perdido esa ilusión característica de los niños y que seguía teniendo la misma clase de sueños que siempre había tenido sin haber renunciado a ellos en ningún momento...
De esta experiencia pude sacar dos moralejas: la 1ª que no hay que juzgar por las apariencias... y la 2ª que no debo abandonar nunca mis sueños...
Matilde♥
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